viernes, 1 de octubre de 2010

SABIDURÍA

El libro de la Sabiduría (=Sab) fue escrito originalmente en griego por un autor desconocido. Forma parte de toda una corriente religioso-literaria que se desarrolló en el judaísmo helenístico, especialmente en Alejandría (norte de Egipto), donde existía una importante colonia judía que se había apropiado muchos aspectos de la cultura griega. Fue allí, en efecto, donde las escrituras hebreas se tradujeron al griego, y donde muchos otros escritores judíos publicaron obras importantes.

El autor quiso escribir un libro sapiencial, en la línea de otros escritos bíblicos en que se exalta la sabiduría y se dan enseñanzas para ordenar rectamente la vida (como ciertas partes de Job, algunos Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Eclesiástico). Sin embargo, se diferencia de aquellos en varios aspectos. Ante todo, no es una serie de máximas o sentencias breves al estilo de los Proverbios o buena parte de Eclesiastés o Eclesiástico, sino que más bien, al estilo de Job o de algunos Salmos, desarrolla ampliamente unos pocos temas. En el caso de la Sabiduría, esos pocos temas se tratan con gran amplitud y con un lenguaje bastante elaborado.

El autor utiliza un procedimiento literario común en la literatura judía: asume la persona de un autor famoso para hablar en nombre de él. En este caso, el autor, sobre todo en la primera y en la segunda secciones, habla en nombre de Salomón, el rey sabio por excelencia. Por esta razón el libro fue conocido a veces con el título de Sabiduría de Salomón.

La sabiduría de que aquí se trata no es simple conocimiento humano de las cosas de este mundo, sino un don de Dios que siempre lo tiene a él como punto de referencia. No se refiere solo a aspectos teóricos sino que es eminentemente práctica. Debe enseñarle al hombre cómo ordenar su vida. No es solo para el individuo, sino para toda la sociedad. Por eso, esta sabiduría deben buscarla sobre todo los gobernantes.

En una primera sección (1.1--5.23), se pone de relieve el aspecto esencialmente moral de la sabiduría y se contraponen dos géneros de vida y dos tipos de criterios: los de los buenos, los que siguen la sabiduría verdadera, y los de los malos, los que llevan una vida de injusticia. En consecuencia, el juicio de Dios dará diversos destinos a estos diferentes grupos de personas. El autor no dice de manera explícita quiénes son esos “malos” mencionados con frecuencia: ¿judíos que han renegado teórica y prácticamente de su fe y de sus costumbres? ¿paganos que se oponen y ridiculizan a los que se mantienen firmes en su fe y tradiciones israelitas? Para el autor es más importante describir su manera de pensar y sus actitudes que identificarlos social o políticamente.

La segunda sección (6.1--9.18) es una exhortación a buscar la sabiduría. El autor la describe y la elogia, y termina (asumiendo la persona de Salomón) con una bella oración a Dios para pedir la sabiduría.

La tercera sección (10.1--19.22) se dedica a mostrar cómo ha manifestado Dios su sabiduría en la historia, sobre todo en la época de la salida de Israel de Egipto. A propósito de esta idea fundamental se añaden algunos temas relacionados, especialmente el de la idolatría.

El autor revela, por una parte, su conocimiento de las tradiciones bíblicas de Israel; pero, al mismo tiempo, al reflexionar sobre ellas, utiliza procedimientos propios del judaísmo tardío (como el llamado midrash, que es una amplificación y actualización de los temas de la Biblia y de las tradiciones anteriores a esta).

En algunos aspectos, como en el relacionado con la inmortalidad del alma y la convicción de que la esperanza del justo no queda frustrada con la muerte, se muestra la cercanía al pensamiento griego, tal como aparece sobre todo en el judaísmo helenístico. También en otros aspectos, el autor muestra su conocimiento de las doctrinas filosóficas griegas.

Pero él no pretende escribir una historia de Israel ni un tratado filosófico. Su escrito es, más bien, una reflexión, adaptada a su tiempo y a su cultura, sobre grandes temas que inquietaban a todo israelita que vivía en esa situación especial.

Se puede suponer, por los diversos indicios del texto, que este libro fue escrito hacia los comienzos de la era cristiana o un poco antes.

Esquema del libro:

I. Actitudes de los buenos y los malos y juicio de dios (1--5)

II. Exhortación a buscar la sabiduría (6--9)

III. La sabiduría en la historia (10--19)

ESTER (CON ADICIONES DEUTEROCANÓNICAS)

La acción del libro de Ester (=Est [dc]) se sitúa en Susa, una de las capitales del imperio persa, en tiempos del rey Asuero (Jerjes I). Se narra cómo el amalecita Amán, primer ministro del rey y enemigo de los judíos, quiso exterminarlos en todo el imperio, y cómo intervino el judío Mardoqueo, quien ya antes había salvado la vida al rey. En efecto, Mardoqueo obtuvo, con la ayuda de Ester (que había llegado a ser esposa del rey), la liberación para su pueblo, mientras que Amán recibió el castigo de su maldad. Al mismo tiempo se cuenta cómo los judíos establecieron la fiesta de Purim, en recuerdo de esta liberación.

Varios aspectos de este libro llaman la atención al lector moderno, especialmente si es cristiano. Ante todo, en la forma hebrea del libro no se menciona explícitamente a Dios en ninguna parte. Es verdad que de manera implícita e indirecta se alude a su actuación (cf. Est 4.14). La fiesta de Purim, estrechamente relacionada con el libro, parece más una fiesta profana, y este carácter lo ha conservado hasta el presente. Tampoco se habla de Israel ni de su tierra, aunque sí de los “judíos” y de la diversas provincias del imperio persa. Resulta difícil situar los personajes y las acciones en la historia del reino persa que conocemos por otras fuentes. La intención de Amán de exterminar a los judíos no parece conciliarse con la tolerancia de los reyes persas (recuérdese lo que se dice de Ciro en 2 Cr 36.22-23; Is 45). Finalmente, las matanzas ejecutadas por los judíos según Est 9 nos resultan sorprendentes, tanto desde un punto de vista histórico como religioso.

Para el tema general del libro, parece que se ha tomado como base la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto y el establecimiento de la fiesta de Pascua, cuando Dios produjo un vuelco total de las situaciones. Este tema aparece aquí traspuesto a una situación posterior, el judaísmo en la diáspora del imperio persa, y los intermediarios son Mardoqueo y Ester. La fiesta es la de Purim.

Quizá deba leerse este libro como una parábola que, sin mencionar directamente a Dios, presenta su actuación salvadora en favor del pueblo judío realizada por personajes humanos: Mardoqueo, Ester, el rey Asuero, en circunstancias que se dieron más de una vez en la historia de Israel.

De todas maneras, no debemos buscar las enseñanzas evangélicas en este libro, nacido en otras circunstancias y con otros intereses. Sobre el tema del castigo de los malvados, véase la Introducción a los Salmos.

Se ha pensado que el libro pudo haber sido compuesto al final del periodo persa (siglo IV a.C) o en el tiempo de la dominación griega (entre los años 332 y 63 a.C.). En todo caso, en alguna de las regiones de la diáspora, fuera de Palestina.

Sin duda, a la misma tradición judía resultaron extraños algunos aspectos de este libro, y así tenemos una versión griega bastante diferente del texto hebreo. El texto griego, además de tener todo lo que se encuentra en el texto hebreo, contiene algunos trozos añadidos por algún redactor posterior. Estas adiciones reflejan una preocupación por acentuar el carácter religioso del libro; mencionan varias veces el nombre de Dios, a quien se atribuye explícitamente la ayuda que los judíos reciben para quedar libres de su peligro, e insisten en la oración de los personajes judíos y en otros temas tradicionales de la fe de Israel. Además, amplían literariamente el relato original.

La redacción griega debió de hacerse en el periodo helenístico y en algún lugar de la diáspora griega.

Las partes principales de que se compone todo el libro son las siguientes:

I. Preámbulos (1--2)

II. El peligro para los judíos (3--5)

III. La liberación (6.1--9.19)

IV. La fiesta de Purim (9.20--10.3)

martes, 28 de septiembre de 2010

TOBIT


El libro de Tobit, conocido también con el nombre de Tobías, es un relato centrado en los acontecimientos que ocurren a dos familias israelitas que viven en el destierro.

El jefe de una de ellas, Tobit, es un israelita piadoso que reside en Nínive, donde se distingue por sus obras de caridad en favor de sus compatriotas, pero pierde sus bienes y al final queda ciego. En esta situación, se dirige en oración a Dios. Al mismo tiempo, en Ecbatana, Sara, hija única de Ragüel, que siete veces ha visto impedido su matrimonio, también hace oración, y Dios por medio del ángel Rafael viene en ayuda de Tobit y de Sara.

Tobit decide enviar a su hijo Tobías a Media, y el ángel, sin darse a conocer, se ofrece como compañero y guía. En Media, Tobías conoce a Sara y se casa con ella. Los recién casados regresan con el ángel a Nínive; Tobías cura a su padre y Rafael finalmente se da a conocer. Tobit alaba a Dios, da consejos a su hijo y muere de edad avanzada. Para concluir, se cuenta cómo Tobías se traslada a Ecbatana, donde muere, no sin antes haber oído la noticia de la destrucción de Nínive.

El libro, cuyo texto original no se conserva, fue escrito probablemente en una lengua semítica (hebreo o arameo). Existen, no obstante, diversas traducciones a otras lenguas antiguas (sobre todo al griego, al latín y al siríaco), a veces bastante diferentes entre sí. La presente traducción se basa sustancialmente en el texto griego conservado en el códice Sinaítico. Cuando no parece reproducir la forma mejor del texto, se han tenido en cuenta otras versiones.

El libro sitúa la acción del relato en los siglos VIII-VII a.C. (poco antes de la destrucción de Nínive, acaecida en el 612 a.C.), después que una parte de la población del reino de Israel, en el norte, había sido deportada a Asiria (cf. 2 R 15.29). Sin embargo, el libro fue escrito mucho tiempo después, posiblemente hacia el siglo III a.C.

La intención principal del escrito era, por una parte, la de inculcar entre los judíos que vivían en la dispersión la confianza en la ayuda de Dios en medio de las pruebas; y, por otra, la de animar a los lectores para que practicaran los deberes tradicionales, en particular la caridad con los necesitados.
El libro puede analizarse según las siguientes partes principales:

Introducción (1.1-2)
I. Tobit (1.3--3.6)
II. Sara (3.7-17)
III. Viaje de Tobías y bodas con Sara (4.1--9.6)
IV. Regreso de Tobías y curación de Tobit (10.1--11.18)
V. El ángel (12.1-22)
VI. Alabanza (13.1--14.1)
Conclusión (14.2-15)
Fuente: Libros Deuterocanonicos Dr. Bill Mitchell

domingo, 26 de septiembre de 2010

Cánones Judíos y cristianos



BIBLIA HEBREA

Torah:

Génesis Éxodo Levítico Números Deuteronomio

Nebi’im:

Profetas Anteriores: Josué Jueces Samuel (2)

Reyes (2) Isaías Jeremías Ezequiel

Los Doce:

Oseas Joel Amós Abdías Jonás Nahúm Miqueas Habacuc Sofonías Ageo

Zacarías Malaquías

Ketubim:

Salmos Job Proverbios Rut Cantar de los Cantares Qohelet (=Eclesiastés)

Lamentaciones Ester Daniel 1-12 Esdras Nehemías Crónicas (2)


SEPTUAGINTA (LXX)

Pentateuco: Génesis Éxodo Levítico Números Deuteronomio


Libros históricos:
Josué Jueces Rut

Reinados:
Samuel (2) Reyes (2)


Paralipómenos

(2) Crónicas

(2) Esdras (4)

I, IV Esdras II Esdras (=Esdras) III Esdras (=Nehemías)
Ester *(con adiciones griegas)
Judit
Tobit
Macabeos (4)
Macabeos (2)
III, IV Macabeos

Libros poéticos:
Salmos
**Odas
Proverbios
Eclesiastés (=Qohelet)
Cantar de los Cantares
Job
Sabiduría de Salomón
Sabiduría de Jesus ben Sira (=Sirácida)
Salmos de Salomón

Libros proféticos:
Los Doce:

(=Oseas, Amós, Miqueas…)
Isaías
Jeremías
Baruc 1-5
Lamentaciones
Carta de Jeremías (=Baruc 6)
Ezequiel
Susana (=Daniel 13)
Daniel 1-12
Bel y el Dragón (=Daniel 14)


VULGATA LATINA

Pentateuco:
Génesis Éxodo Levítico Números Deuteronomio

Libros históricos:
Josué Jueces Rut Samuel (2) Reyes (2) Crónicas (2) Esdras Nehemías

Tobit Judit Ester Macabeos (2)

Libros poéticos:
Job Salmos Proverbios Eclesiastés (=Qohelet)Cantar de los Cantares
Sabiduría Eclesiástico (=Sirácida)


Libros proféticos:
Isaías Jeremías Lamentaciones Baruc 1-6 Ezequiel Daniel 1-14

Los Doce: (=Oseas, Amós, Miqueas…)

martes, 21 de septiembre de 2010

LIBROS DEUTEROCANÓNICOS


Se llaman deuterocanónicos, o sea, "del segundo canon", a los libros de Tobit, Judit, Primero y Segundo Macabeos, Eclesiástico, Sabiduría, Baruc y algunos pasajes adicionales de Ester y Daniel. Estos libros no se encuentran en la Biblia hebrea tal como la fijaron los rabinos judíos a fines del siglo Je la Era Cristiana. Pero formaban parte de la versión griega llamada Septuaginta (LXX), hecha, probablemente, a partir del año 250 a.C. Fue la versión usada en un principio por los judíos de habla griega y por los primeros cristianos. A los libros de la Biblia hebrea se les llama también protocanónicos, o sea, "del primer canon".

Algunos de estos libros (Tobit, Judit, 1 Macabeos y Eclesiástico) se escribieron originalmente en hebreo (o algunos probablemente en arameo), en tanto que otros (2 Macabeos, Sabiduría y las adiciones a Ester) se escribieron en griego. De algunos (Baruc y adiciones a Daniel) no se sabe con certeza cuál era su lengua original.

Sin embargo, de los libros escritos originalmente en hebreo (o arameo), solo se conserva buena parte del texto original de Eclesiástico, y algunos pequeños fragmentos de otros libros. El texto completo de todos ellos se ha conservado únicamente en griego y en otras versiones antiguas. Para la presente versión se ha tomado como base el texto griego de la Septuaginta (LXX) editado por Alfred Rahlfs. En el caso de Eclesiástico, se ha procedido según se indica en la introducción particular a dicho libro. La inclusión de los libros deuterocanónicos dentro del Antiguo Testamento ha sido objeto de tensión desde tiempos muy antiguos. Ya hemos visto que finalmente los judíos optaron por excluirlos. Algunas iglesias han hecho lo mismo o no les conceden la misma autoridad que a los otros libros, y prefieren darle el nombre de apócrifos, palabra que originalmente significa "escondidos", tal vez para indicar que no se destinaban a la lectura general. La Iglesia Católica Romana y algunas iglesias orientales los reciben como parte integrante de las Escrituras, y algunas confesiones protestantes los reconocen como libros provechosos para la lectura privada, aunque no los consideran como base de letrina.

Algunas veces estos libros deuterocanónicos se imprimen intercalados con los protocanónicos; otras veces, se les incluye como un grupo aparte antes del Nuevo Testamento, que fue lo que hizo San Jerónimo en su versión latina y que es lo que se ha hecho en la presente edición.

Libros Deuterocanonicos del Dr. Bill Mitchell

viernes, 10 de septiembre de 2010

Cartas del Nuevo Testamento


En el canon protestante del Antiguo Testamento, ninguno de los treinta y nueve libros aparece en la forma de carta. Entre los libros deuterocanónicos, la Carta de Jeremías a veces aparece en la lista como un libro separado y no como el capítulo sexto del libro de Baruc. En los escritos del Antiguo Testamento, sin embargo, con frecuencia se hace referencia a cartas (2 S 11.14-15; 1 R 21.8-10; Jer 29.1-23); y en las secciones en arameo del Antiguo Testamento existen cartas enteras (Esd 4.7-22; 7.11-26). Las secciones en griego del Antiguo Testamento también contienen algunas cartas (1 Mac 10:18-20, 25-45; 2 Mac 1.1—2.18; 5.10-13;8.21-32; Est 13.1-7; 16.1-24).

Los arqueólogos han descubierto miles de antiguas cartas del antiguo Cercano Oriente, escritas en tablillas de arcilla, en ostraca (piezas de vasijas quebradas) y en papiros. La mayoría de estas cartas, así como las del Antiguo Testamento, son de carácter político.

Quienes leen más de una traducción de la Biblia en español, pueden notar que algunas traducciones llaman a los escritos de Pablo «cartas» (VPEE, LPD), y otras los llaman «epístolas» (RVR-95). La misma distinción se hace en las traducciones en inglés; algunas versiones usan la palabra inglesa epistle, de la palabra griega para «carta» (KJV, Moffatt), y otras usan directamente letter, la palabra inglesa para «carta» (TEV, NRSV, REB, NJB). De modo semejante ocurre en francés; algunas traducciones usan la palabra francesa épître (TOB) y otras usan la palabra francesa lettre (FRCL). Aparentemente «carta» y «epístola» son sinónimos.

Pero, ¿lo son realmente? La mayoría de los lectores probablemente diría que «carta» es lenguaje común y que «epístola» es un nivel de lenguaje más elevado, pero que no hay intención de hacer una distinción particular en el significado. Sin embargo en la erudición bíblica a nivel técnico sí hay una diferencia, la cual puede rastrearse hasta el trabajo del erudito alemán Adolf Deissmann (1866-1937) hace más de cien años.

En el tiempo cuando Deissmann escribió, los eruditos estaban en el proceso de estudiar miles de cartas privadas escritas en papiros, descubiertas recientemente en las secas arenas de Egipto.

Estas cartas eran cartas personales, y vinieron a mostrarnos cómo era este género durante los primeros dos siglos d.C. Antes del tiempo de Deissmann, muchos cristianos pensaban que las cartas de Pablo eran documentos eternos. Pero Deissmann demostró, mediante la comparación de las cartas de Pablo con las cartas seculares de Egipto, que las cartas de Pablo eran como otras cartas de su tiempo. Se trataba de documentos privados, ocasionales, escritos sin intención literaria, enviados en lugar de una visita personal es decir eran cartas. En cambio las epístolas, de acuerdo con Deissmann, eran documentos literarios con conciencia pública, escritos para una amplia audiencia, y solo eran semejantes a las cartas porque se dirigían a un destinatario.

Sin embargo, la distinción entre «epístolas» y «cartas» no puede aplicarse estrictamente a los escritos de Pablo. Se trata de verdaderas «cartas» porque son dirigidas a una audiencia específica y son de naturaleza personal. Pero a la vez son «epístolas» porque Pablo tuvo la intención de que sus cartas (al menos algunas de ellas) fueran leídas por una audiencia más amplia. Así por ejemplo, Pablo escribió a los cristianos en Colosas: Después de haber leído ustedes esta carta, mándenla a la iglesia de Laodicea, para que también allí sea leída; y ustedes, a su vez, lean la carta que les llegue de allá (Col 4.16, DHH).
Fuente : Descubre la Biblia

miércoles, 8 de septiembre de 2010

JEHOVA

Nombre personal de Dios en el Antiguo Testamento. En el hebreo primitivo, que carecía de vocales escritas, las consonantes son YHVH. Por respeto, dejo de pronunciarse, y en su lugar se leía “Adonay” (el Señor). Para recordar esto al lector, los rabinos le pusieron las vocales e,o y a, solo como contraseña, cuando inventaron un sistema de vocales escritas para el hebreo. En los medios cristianos empezó a leerse desde fines de la Edad Media con esas vocales y así resulto la forma latinizada “Jehovah”, de donde viene “Jehova”. Los hebreistas han llegado al acuerdo general que la pronunciación original debe haber sido Yahveh su significado se asocia con la idea de Ser o Existencia.