domingo, 6 de septiembre de 2009

LAS TRADUCCIONES ANTIGUA


Desde el descubrimiento de los rollos del Mar Muerto, las versiones o las traducciones antiguas de la Biblia se han vuelto menos importantes para el establecimiento del texto original del Antiguo Testamento. No obstante, las lecturas que difieren del texto masorético todavía se evalúan al menos con cuatro primeras versiones: La Septuaginta griega, los Targumes arameos, la Peshitta siria y la Vulgata Latina.

La Septuaginta: La mas importante es la Septuaginta, la cual contiene la traducción griega de la Biblia hebrea, junto con un numero de obras griegas, no canonícas, conocidas por los cristianos protestantes como los Apócrifos.

Su origen: El titulo de Septuaginta (setenta en latín) proviene de la traducción que 72 traductores hicieron del Pentateuco al griego alrededor del 285 a.C Originalmente diseñada para los judíos que hablaban griego en Egipto, La Septuaginta fue completada por varios traductores en Alejandría o en sus alrededores entre los siglos III y l I a.C. La Biblia de la iglesia primitiva frecuentemente se cita en el Nuevo Testamento y También los primeros padres de la iglesia hacen mención de ella.

Su estructura: La Septuaginta se organiza en el siguiente orden: el Pentateuco, seguido por los libros históricos, poéticos, de sabiduría y proféticos. El orden de la Septuaginta se sigue pero no e modo rígido en nuestras traducciones.

Su texto original: No tenemos una copia perfecta de la Septuaginta original, la cual revisada repetidamente. Sin embargo, los eruditos han podido reconstruir el texto en su mayor parte, el trabajo es continuo.

Su calidad: La Septuaginta es variada en carácter, es la obra de varios traductores de épocas diferentes y con diversas capacidades y estilos (que van desde lo rígidamente literal hasta la paráfrasis holgada)

Comparación con el texto masorético: La Septuaginta es similar al texto hebreo masorético, en las traducciones muchas partes son casi idénticas. Sin embargo, en ocasiones son bastante diferentes.

Su valor: La Septuaginta es la versión mas útil para ayudarnos a establecer el texto del Antiguo Testamento original porque (1) es la traducción mas antigua de todo el Antiguo Testamento, (2) numerosos manuscritos la respaldan (3) difiere en una cantidad de puntos importantes del texto masorético, lo que proporciona una traducción alternativa de lo que aparece allí.

Los tárgumes arameos: Esta no es una obra única, sino una serie de interpretaciones de los libros del Antiguo Testamento.

Su origen: Así como el griego se convirtió en el idioma común entre los judíos en Egipto, el arameo reemplazo el hebreo entre los judíos de Palestina y Mesopotamia. La traducción judía data los Tárgumes en el tiempo de Esdras (Nehemías 8:8), pero el tárgumes mas antiguo conocido de los rollos del Mar Muerto data de una fecha cerca de la época de Cristo. La tradición de los tárgumes rabínicos oficiales sobre la Torah (Tárgum Onqelos) y los Profetas (Tárgum Jonathan).

Su calidad y valor: Los tárgumes proporcionan una traducción parafrástica, y a menudo están acompañados por un comentario o una explicación.

A menudo son muy interpretativos, están traducidos con rigor y están llenos de comentarios difíciles de emplear para confirmar el texto original.

Peshitta: La Biblia autorizada de la iglesia siria es la Peshitta (que significa sencilla o poco complicada). Es difícil discernir si Antiguo Testamento Peshitta tubo un origen cristiano o judío. En su forma más antiguo, que no databa de una fecha posterior al siglo IV a.C., el Antiguo Testamento Peshitta era una traducción relativamente literal del texto hebreo similar al texto masorético., Sin embargo con el tiempo la siriaca fue actualizada y el texto pulido, aunque todavía tenemos remanentes del original.

La Vulgata: Para mediados del siglo IV d.C. la Biblia cristiana de la iglesia occidental era la traducción latina de la Septuaginta. Pero entre los años 390 y 405 d.C. el erudito cristiano Jerónimo se dispuso a reclamar LA VERDA DEL TEXTO HEBREO. Con la ayuda de versiones posteriores de la Septuaginta, Jerónimo tradujo el Antiguo Testamento hebreo al latín. Su obra ahora constituye la porción del Antiguo Testamento de la Biblia Latina llamada la Vulgata (común o popular). Debido a que Jerónimo dependía en su mayor parte de la Septuaginta y su propia Traducción varia en literalidad, la Vulgata del Antiguo Testamento debe usarse cuidadosamente como testigo del original hebreo.

Cuando el hebreo del texto masorético se compara con el de los rollos del Mar Muerto y después con el de varias otras versiones, el texto masorético es, en la gran mayoría de casos vindicado y considerado como un texto que refleja fielmente las palabras originales de los autores bíblicos.

aebh

1 comentario:

Henry Herrera dijo...

No sabia lo de los targumenes, gracias. Ademas encontre esto que me parecio importante:

Los tárgumes son paráfrasis o traducciones interpretativas de la mayor parte del Antiguo Testamento (no existen tárgumes de Daniel, Esdras, Nehemías) en arameo.

En las sinagogas, pues, se hacían traducciones orales. El traductor era llamado "meturgeman"

Ademas encontre un ejemplo

He aquí el texto bíblico que luego se parafraseaba en la traducción sinagogal (Génesis 49,11-12):

No se irá de Judá el báculo, el bastón de mando de entre tus piernas. hasta tanto que se le traiga el tributo y a quien rindan homenaje las naciones; 11 el que ata a la vid su borriquillo y a la cepa el pollino de su asna; lava en vino su vestimenta, y en sangre de uvas su sayo; 12 el de los ojos encandilados de vino, el de los dientes blancos de leche.

Este pasaje se parafraseó así:

Cuán hermoso es
el Rey Mesías
que ha de surgir
de entre los de la casa de Judá.
Ciñe los lomos
y sale a la guerra contra los enemigos
y mata a reyes con príncipes.
Enrojece los montes
con la sangre de sus muertos
y blanquea los collados
con la grasa de sus guerreros.
Sus vestidos están envueltos en sangre:
se parece al que pisa racimos.

(Texto y traducción de M. Pérez Fernández, Tradiciones mesiánicas en el Targum palestinense. Valencia, Editorial San Jerónimo, 1981, p. 136 )